Señor Dios, hoy te doy gracias por el regalo de mi vida,
y por la vida de todos mis hermanos y hermanas.
Yo se que la vida es siempre un bien,
y que nunca pierde su valor
cuando es afectada por la debilidad y la enfermedad.
Señor, gracias por la vida de Terri Schindler-Schiavo.
En medio de su sufrimiento y su muerte
ella reveló Tu gloria
y Tu verdad de que la vida es siempre sagrada.
Al recordar a Terri, yo me comprometo
a participar activamente en el movimiento pro-vida,
y a no dejar de defender la vida
hasta que todos mis hermanos
y hermanas estén protegidos,
y nuestra nación una vez más
sea una nación con libertad y justicia
no sólo para algunos, sino para todos,
por Cristo, Nuestro Señor. ¡Amén!
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